La importancia del numero TRES según el Oráculo de Rasputín
Continuando con el análisis y el estudio del manuscrito, el quiromántico descubrió tres dibujos que le llamaron intensamente la atención. Tenían forma de circulo y llevaban las mismas inscripciones, variando tan solo en el contenido de la corona exterior. Llego a la conclusión de que se trataban de dibujos similares a los que figuraban en los talismanes y amuletos árabes, alrededor de los cuales se grababan en “escritura celeste” tres palabras.
En aquellas misteriosas paginas, Grigori Rasputin hacia mención a un viaje que había hecho a Egipto. Con una gran pasión, narraba sus sentimientos al encontrarse frente a la Esfinge, agazapada al pie de las tres colosales pirámides que se yerguen en el desierto, cerca de Gizeh. Veía la esplendida Esfinge como una poderosa divinidad, sobre la que se cernía un silencio hechizado que infundía temor e infinito respeto.
Según sus propias palabras, Grigori acampo varias noches en las proximidades del atemporal gigante de piedra únicamente se abren para revelar a los iniciados la voluntad de los dioses.
Fue allí donde el monje ruso tuvo la inspiración que le llevo a redactar su Oráculo: “Durante mis vigilias, escrutando el cielo exactamente hacia el norte, apareció ante mi una serie de caracteres y letras formados por las estrellas. Algunas eran nacientes, otras declinantes, y en su totalidad componían una luminosa y clara escritura celeste”.
Con estas palabras describía el vidente Rasputín su experiencia. Y continuaba: “Los pueblos orientales leyeron profecías en las fascinantes estrellas fugaces. Empleando el mismo método, encontré que hay tres elementos predominantes en la elaboración de mi Oráculo: el fuego, el agua y el aire. Sin ellos, nada se podrá preguntar, ni nada será revelado”.
Efectivamente, en los tres tres dibujos -en su parte externa-figuraban las tres palabras: fuego, agua, aire. Estos tres Talismanes-Amuleto servirán en el Oráculo para formular las preguntas y obtener las respuestas adivinatorias, como se indicara mas adelante.
Esta claro que el vidente ruso no se desvió del camino marcado por la ciencia cabalística-esotérica. Creo su Oráculo basándose esencialmente en el tres, el numero perfecto (ley del ternario), y siguiendo sus principios fundamentales. Por su contenido perfecto y completamente armónico, el numero tres fue tema de interesantes estudios, tan extensos que llenarían varios volúmenes, para las antiguas ciencias cabalísticas y esotéricas, los distintos sistemas filosóficos y religiosos, los ritos y las creencias, el misticismo y el positivismo.
El numero tres representa la Potencia Absoluta en su triple forma, el Ser como manifestación divina. Su contenido místico y filosófico lo convierte en el numero sagrado por excelencia.
El esoterismo puro sostiene, en síntesis. que el movimiento fundamental del Universo vibratorio rítmico se presenta bajo un triple aspecto: Vibración-Idea, Vibración-Sustancia y Vibración-Sonido.
Estos tres aspectos corresponden a los tres elementos inseparables que forman la naturaleza divina: Existencia, Convivencia y Gozo-Amor.
La Divina Trinidad esta constituida por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
El equivalente a la Trinidad cristiana es representado, en la sabia y brillante expresión Kabbalah, por un Triangulo Divino:
La Corona -Kether- corresponde al Padre;
La Sabiduría -Hochmah- corresponde al Verbo;
El conocimiento -Binah-corresponde al Espíritu Santo.
Los tres principios del Andrógino masculino y femenino están formados por una terna de perfecta armonía: Equilibrio, Expansión y Atracción.
El breve resumen del Libro Yetzirah-atribuido a Abraham- ofrece una idea general de la teoría cabalística. El libro habla de la existencia de un Dios único, pues son la variedad y la multiplicidad dentro de un orden y una armonía las que demuestran que derivan de un Único Coordinador.
El libro enumera los treinta y dos caminos de la Sabiduría a través de los cuales Dios irradia su luz. Estos están constituidos por las veintidós letras del alfabeto hebreo y por los diez primeros números, grabados en el cielo.
Sus tres formas se designan con tres términos análogos:
Sophar (Sephar) indica los números;
Sopher (Siphur) indica la palabra y la voz divinas;
Saphur (Sepher) indica la escritura, la obra de Dios.
La escritura de Dios es la creación, su palabra es su escritura, y su pensamiento es su palabra. Pensamiento, palabra y escritura forman en Dios un todo, mientras que en el hombre son tres aspectos diferentes.
Las tres letras madre, Aleph, Mem y Schin, rigen las veintidós letras, los veintidós Arquetipos universales, y representan la Terna Creativa. Las letras madre formaron:
Las generaciones de los Cielos: Fuego;
Las generaciones del Aire: Espíritu;
Las generaciones de la Tierra: Agua.
Aleph rige el Espíritu y formo el Aire en el Universo.
Mem rige el Agua y formo la Tierra en el Universo.
Schin rige el Fuego y formo el Cielo en el Universo.
Aleph representa el Aire, porque es pronunciada con una leve aspiración; Mem representa el Agua, porque es muda; Schin representa el Fuego, porque su sonido es sibilante.
La Kabbalah esta constituida, por lo tanto, por tres elementos, en lugar de los cuatro originales. En ella, la Tierra esta representada por el Hombre.
El fuego es la sustancia del Cielo, el Agua es la sustancia de la Tierra y el Aire, el aliento y la palabra de Dios, a la vez que intermediario entre los dos primeros, a los que al mismo tiempo domina y reconcilia.
El fuego es el verano; el agua, el invierno; el Aire, la primavera y el otoño. Cada época y cada estación tiene la misma organización numérica que el Hombre y el Mundo.
Los diez números (denominados los Serifot) corresponden a manifestaciones divinas, aspectos del infinito, sin limites ni en el pasado, ni en el presente, ni en el futuro, ni en el bien, ni en el mal.
Los antiguos cabalistas reconocían la existencia de tres elementos espirituales en el alma humana: Psique, Nefesh y Neshaman, es decir, el alma sensitiva, el alma racional y el espíritu puro.
Estas tres formas del alma se correspondían con los tres mundos: el físico, el intelectual y el Divino.
La composición general del mundo se atiene a la misma organización numérica: los reinos animal, mineral y vegetal.
Las aspiraciones fundamentales de la humanidad son también tres; libertad, justicia y paz.
De acuerdo con las tradiciones de Extremo oriente, la gran Trinidad esta formada por cielo-tien, tierra-ti, y hombre-yang.
El simbolismo hermético de la Creación, por alma, espíritu y cuerpo.
El simbolismo hermético de los colores, por negro, blanco y rojo.
Las tres fases de la medicina hermética son: acción momentánea, transformación incompleta y medicina total o transformación permanente.
La ley de la acción y consecuente reacción, conocida en Extremo Oriente con la palabra sanscrita Karma, se resume en tres conceptos:
Prarabdha-Karman (Karma que ha madurado en vidas pasadas);
Agami-Karman (Karma en formación);
Sancita-Karman (Karma que dará sus frutos en vidas posteriores).
Los tres Entes del Ser son:
el Arquetipo no creado, Idea divina (en el plano divino);
el Espíritu trascendente, intelecto sobrenatural (en el plano universal)
el Ser individual, el individuo (en el plano de la forma individual).
Para el judaísmo, tres son los nombres de Dios: Jod, Jah y Jaho (Dios viviente, Dios verdadero y Dios Santo).
Para los budistas, la Trinidad divina esta formada por Buddha, la doctrina y la Iglesia.
Kether es la corona, principio de todo ser que abarca en si mismo las demás cosas; Hochmah, la sabiduría, principio de toda forma de vida; Binah, la inteligencia, principio de todo aquello que posee intelecto.
Tres son los ángeles-elementos de la formación divina: Miguel, rey del Sol y del rayo; Samuel, rey de los volcanes, y Anael, príncipe de la luz astral.
Según el vocabulario sanscrito, existen tres mundos: informal, sutil y ordinario.
El tiempo tiene tres aspectos: presente, pasado y futuro.
La triple manifestación de la divinidad hindú esta formada por Brahma, Vishnu y Shiva.
En el hombre, el numero tres representa la cabeza, el corazón y el estomago.
En la famosa concepción griega de la vida, con su Olimpo mitológico, el Universo se repartía entre tres dioses hermanos: Zeus, Poseidón y Hades.
Para los egipcios, tres son los nombres de Dios: Osiris, Isis y Horus.
Según la tradición bíblica, en el Antiguo Testamento, Dios recibe tres nombres distintos; Elohim, Yahweh y Yahweh Elohim.
Los astros cabalísticos son tres: Sol, Luna y Mercurio.
En la antigua astromancia tradicionalmente hay tres planetas dominantes: el planeta del Zodiaco, el del decano y el del día del nacimiento.
Si estudiamos la ciencia esotérica, veremos que la disposición sobre el numero tres representa una parte considerable: hechos, leyes y principios; positivo, negativo y neutro; luz, sombre y penumbra.
La familia sublime esta formada por: padre, madre e hijo.
La antigua alquimia indicaba como reglas esenciales para la fabricación de la piedra filosofal: usar un solo vaso, un solo fuego, y un solo instrumento; también apreciar los tres colores simples y graduales: azul, amarillo y rojo.
La gran escuela iniciática de occidente esta compuesta por la masonería azul, los grados masónicos superiores y los grados iluminadores. O bien la masonería azul, la masonería superior y la orden iluminista.
Este sistema iniciático esta constituido por los maestros invisibles, los guardianes del umbral y la orden de la Rosacruz. Las tres clases son: grados capitulares o rojos, grados filosóficos o negros, y grados administrativos o blancos.
La orden martinista posee tres grados: masonería azul, masonería roja y masonería negra.
En los ritos de la masonería egipcia, fundada pro Cagliostro, el iniciado italiano, existen también tres grados: hermano, discípulo y maestro.
Cagliostro señalo que el fin supremo de su masonería egipcia es la reintegración del hombre a su pureza primitiva, el acercamiento a Dios y la espiritualización de la humanidad.
El profano que entra en la masonería pasa por tres niveles: masonería simbólica, masonería superior y ordenes iluministas.
Hay tres corrientes iniciáticas: zen, sufismo y cabalismo hebraico.
El acto religioso es una plegaria; el acto mágico, la expresión de una voluntad. El primero es humilde, mientras que el segundo no.
La escuela Zen proviene del budismo. El noviciado zen comprende tres fases: la perfecta moralidad, la perfecta meditación y la perfecta intuición.
Los niveles que permiten que le hombre camine hacia su despertar y pueda liberarse de filosofías, dogmas, religiones, partidos, sectas y limitaciones, para poder ser verdaderamente libre y espiritualmente desarrollado son tres. Estos tres niveles se sintetizan en tres expresiones: ir mas allá del razonamiento y despertar, usar la intuición y alcanzar la iluminación.
Aquel (Dios) que crea incesantemente los mundos es triple: Brahma, Maya, Vishnu; Padre, Madre, Hijo; Esencia, sustancia, vida.
De acuerdo con la tradición brahmánica, la silaba santa AUM significa Dios supremo, el Dios del Espiritu; cada una de las tres letras corresponde a una facultad divina, es decir, a cada una de las personas de la Trinidad.
La leyenda de Krishna nos lleva al origen de esta idea: de la Virgen-Madre, del Universo-Dios y de la Trinidad.
Según los brahmanes, la Trinidad esta formada por el Padre (Nara), eterno masculino; la Madre (Nari), eterno femenino, y el Hijo (Viradi), Verbo creador.
Los tres principios brahmánicos son el intelectual, el que expresa y el que produce.
La Naturaleza Engendrada, producida por el Verbo Creador, se manifiesta bajo tres formas: Brahma, o el espíritu que corresponde al mundo divino; Vishnu, o el alma, que corresponde al mundo humano, y Shiva, o el cuerpo, que corresponde al mundo natural. En estos tres mundos, los principios masculino y femenino (esencia y sustancia) actúan por igual y se manifiestan en la naturaleza terrestre, humana y divina.
Según Hermes, la ley ternaria se refleja en el mundo divino, el intelectual y el físico. La ley de la unidad ternaria, que domina la creación de arriba abajo, esta formada por la esencia, la manifestación y la sustancia.
Tres son las claves para descubrir el significado simbólico del Genesis. Se encuentran en la simbología egipcia, en la de todas las religiones anteriores y en la síntesis de las doctrinas de los iniciados. A través de la comparación de las enseñanzas esotéricas, desde la tradición védica de la India hasta la de los iniciados cristianos de los primeros siglos, llegamos a descubrir estas claves.
Los sacerdotes de Egipto expresaban su pensamiento de tres formas: la primera era clara y simple; la segunda, simbólica y figurada; la tercera, sagrada y jeroglífica.
Heráclito expresaba también su filosofía de tres maneras: hablante, significante y encubierta.
La electricidad de la atmosfera, la fuerza etérea, recibía antiguamente tres diferentes definiciones; la de los brahmanes -akasa-, la de los magos de Caldea -fuego principio- y la de los cabalistas del Medievo -gran agente mágico.
Pitágoras hizo tres aclaraciones acerca de los misterios de Delfos: conócete a ti mismo, conocerás el Universo y conocerás a Dios.
Las puertas abiertas, que nos conducen al mundo sobrenatural, del que provienen la ciencia del alma y el arte de la adivinación, son tres: el dormir, el soñar y el estasis.
Y tres son los aspectos o elementos esenciales de la adivinación; la persona sensitiva -por medio de su palabra-, la observación de los signos y elementos materiales, y la imaginación pura.
La clarividencia consta de tres etapas: la retrospección, la adivinación y el estasis.
La evolución es la ley de la vida; el numero es la ley del Universo; la unidad es la ley de Dios.
Las bases de la escuela pitagórica son tres: preparación, purificación y perfección. En su enseñanza de la Trinidad (Padre, Madre e Hijo), el iniciado reconocía el Espíritu, el Alma y el Corazón del Universo viviente.
Orfeo es el iniciado del amanecer; Pitágoras, el del mediodía, Platón, el del ocaso.
Sobre la constitución del hombre, la doctrina esotérica afirma que es triple: cuerpo, alma y espíritu.
Un oráculo de Zoroastro dice que el numero tres reina en todo el Universo y su principio es la Monada.
Con el propósito de comprender el origen del bien y del mal, el teósofo analiza los tres mundos: Destino, Providencia y Libertad.
Tres son las distintas expresiones para indicar el estado de perfección: la epifanía, o visión suprema; la autopsia, o visión directa, y la teofanía, o manifestación de Dios.
En Babilonia, la Trinidad estaba formada por Anu, Bel y Ea, es decir, Cielo, Tierra y Agua.
Para los hebreos, los años de carencias son tres, tres los días de la peste y tres las plagas de Egipto.
Los Griegos efectuaban una triple ofrenda de vino a los dioses mediante la pronunciación de ciertas palabras místicas.
El movimiento de la energía solar, en armonía con el complejo evolutivo del cuerpo humano, es: el plexo solar, el plexo cerebral y el plexo cardiaco.
También son tres las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.
En Tierra Santa, concretamente en Jerusalén, tres religiones rivales se disputan desde hace siglos la colina de Sion: la musulmana, símbolo de la fe; la hebrea, símbolo de la esperanza, y la cristiana, símbolo de la caridad.
Tres pasajes principales de la Sagrada Biblia hacen referencia a las prestigiosas ciencias ocultas; la quiromancia, la astromancia y la clarividencia pura. Estos pasajes son:
“Dios pone un sello en la mano de cada hombre, para que cada uno conozca sus obras” (Job 37,7)
“(Babilonia) estas cansada de tanto consultar. Que se presenten, pues, que te salven los que dividen los cielos y observan las estrellas, y hacen la cuenta de los meses, de lo que ha de venir sobre ti” (Is. 47, 13)
“Así todos tenemos dones diferentes, según la gracia que nos fue dada; ya sea la profecía, ejercida según la medida de la fe” (Rom, 12,6).
El numero tres aparece en innumerables ocasiones a lo largo del Nuevo Testamento, y no por mera coincidencia. Es mas, especifica ciertos obstáculos y hechos, y revela determinados acontecimientos. En síntesis, invita a reflexionar.
Los Reyes Magos fueron tres, al igual que sus regalos: oro, incienso y mirra.
El hijo de Dios, una vez comenzado su aprendizaje en las sinagogas, recibe tres nombres; Rabbi, Jehoshua y Nazarieh.
En el Evangelio, Jesucristo, el esenio perfecto, toma tres apelativos: Mesias, Rabi y Martir.
El drama del Mesías termina en la cruz y se desarrolla en tres actos: La Tentación, la Transfiguración y la Resurrección.
Su vida se divide en tres partes; la iniciación, la revelación total y el coronamiento de la obra.
Su admirable enseñanza abarco tres años, e igual numero de apóstoles le acompañaron al monte Tabor y presenciaron su Transfiguración: Pedro, Juan y Santiago.
Tres figuras resplandecientes hablaron con el Hijo de Dios: Moises, Elias y Malaquias.
Los apóstoles elegidos para acompañarle al huerto de Getsemani en las horas de mayor agonía fueron tres: Pedro, Juan y Santiago. En aquellas tres horas inhumanas, se enfrento con tres formas de agonía.
Cristo fue tentado en tres ocasiones por Satanás; el Rabí hizo tres veces la invocación “Abba, Páter”, y tres veces el Maestro encontró dormidos a sus discipulos.
En las cercanías del patio donde se desarrollo el proceso mas absurdo de la historia, Pedro fue acusado tres veces y renegó de su fe otras tres. Estas tres negaciones están vinculadas de forma directa con otras tantas afirmaciones con las que Pedro contesto a la pregunta formulada tres veces por Cristo. Es por ello que fueron tres las confirmaciones de amor y fe, antes de que el Maestro concediese a Pedro su grado superior de pastor.
“En tres días destruiré el templo; en tres días lo reedificare”, había dicho a sus discípulos el Hijo de María, el esenio consagrado como Hijo del Hombre, es decir, el heredero espiritual del verbo de Moisés, de Hermes y de todos los antiguos hijos de Dios. Y mantuvo su promesa.
Tres veces cayo bajo el peso de la Cruz el sublime Nazareno.
Tres días permaneció el Rabi en su sepulcro en la tierra.
Su palabra y su sacrificio fueron los cimientos y las piedras angulares sobre las que se edifico un templo invisible, mucho mas solido e indestructible que cualquier templo de piedra.
Dejo aquí la apasionante argumentación sobre el significado cabalístico del numero tres, ya que necesitaríamos una amplia bibliografía para que esta divagación resultara demostrativa y convincente.
En la creación de su cautivador Oráculo, el vidente Ruso muestra su sabiduría y su amplio dominio de las ciencias ocultas y esotéricas. Su preparación en estas apasionantes y complicadas materias era extraordinaria, y su conocimiento de lo oculto constituía un inestimable patrimonio de su naturaleza dualista y desconcertante.
Extraído integro del libro del Oráculo de Rasputín.